jueves, 31 de marzo de 2011

Recaida y restauracion.

RECAÍDA Y RESTAURACIÓN

EL tema que en esta ocasión va a ocupar nuestra atención es de gran solemnidad. Creo que la mayor parte de los cristianos, por no decir que todos, saben lo que es la recaída. No me refiero a que hayan caído en pecado público. Uno puede actuar de la forma más ejemplar, y, sin embargo, en medio de todo ello, ser «reincidente de corazón» (Proverbios 14:14). Muchos de nosotros, estoy seguro, tenemos que lamentarnos de las ocasiones en las que nos hemos descarriado conscientemente de la comunión con Dios, y en que nuestras almas se han enfriado y nublado. Oremos, por tanto, que Dios nos ayude al pasar a considerar esta cuestión.

¿Cuál es la causa de la recaída?

Para responder a esta pregunta, es necesario observar que los descarriados aparecen en dos clases. Hay aquellos que nunca han pasado de una mera profesión de fe cristiana. Han quedado bajo influencias religiosas, han tomado el puesto de creyentes en Cristo, y con toda sinceridad se imaginan que están de camino al cielo. Pero en sus almas no ha entrado de parte de Dios una convicción de pecado; sus conciencias nunca han sido aradas por el poder de la Palabra de Dios; son totalmente ajenos al arrepentimiento y a la fe salvadora en el Señor Jesucristo. A pesar de su profesión de fe son lo que siempre fueron, pecadores no regenerados. Más tarde o más temprano, quizá, la vida religiosa en la que han entrado les resulta fastidiosa. Sienten que no pueden vivir según la profesión de fe que han hecho. Se reafirman los viejos gustos y deseos, y poco a poco van deslizándose hacia su antigua manera de vivir y son considerados como recaídos por aquellos que los habían considerado como verdaderos cristianos. Igual que la puerca de la que leemos en 2 Pedro 2:22, su lavamiento no había ido más allá de la superficie; reformados exteriormente, nunca habían sido transformados en ovejas de Cristo, y era solo de esperar que volvieran a la ciénaga del pecado.

La otra clase se compone de aquellos que han sido verdaderamente convertidos. Como pecadores merecedores del infierno, pero arrepentidos, han depositado toda la confianza de sus almas en el Señor Jesucristo y en Su obra expiatoria. Sus pecados han sido perdonados, y son de Cristo para siempre.

Es doloroso tener que decirlo, pero es solo demasiado cierto que incluso los tales pueden descarriarse, enfriarse de corazón y caer en pecado.

Son muchas las causas que pueden contribuir a producir la decadencia espiritual en un cristiano. Quizá una de las más frecuentes es la confianza en uno mismo. Somos muy proclives a olvidar que no podemos proseguir por una sola hora a no ser que nos apoyemos en el fuerte brazo de Cristo para mantenernos en pie. A veces somos tan insensatos que nos imaginamos que las maravillosas bendiciones que hemos recibido son suficientes para mantenernos firmes sin una constante dependencia del Dador de la bendición. Haremos bien en recordar lo que sucedió en el caso de Jacob. En aquella memorable noche, junto al vado del Jaboc, recibió una maravillosa bendición. Dios cambió su nombre, y, cosa más significativa, se añade que «le salió el sol». Pero lo siguiente que leemos es que «cojeaba de su cadera». Las tinieblas habían dejado paso a la luz, las dudas y los temores habían dejado paso a la confianza; Dios había dado libremente Su bendición, pero Jacob quedó tan débil e incapaz en sí mismo después de esto como lo era antes. Seguía necesitando apoyarse en algo fuera de sí mismo. Y muchos años después persistía la misma necesidad (Hebreos 11:12).

Lo mismo sucede, en lo espiritual, en el caso de cada hijo de Dios. La única forma de ser preservado de la recaída es una dependencia constante, momento a momento, y así será hasta nuestro último segundo en la tierra. Olvidar esto y confiar en cualquier manera en nuestra propia constancia es asegurar el fracaso y la derrota.

Si un verdadero hijo de Dios recae, ¿necesita volver a ser salvo?

Podría contestar a esta pregunta haciendo otra. Si un muchacho huye de casa, ¿necesita que le hagan hijo de su padre otra vez? No, desde luego que no; puede que precise de castigo, y cuando se arrepienta necesitará perdón y restauración a su puesto en el círculo familiar, pero el vínculo de la relación entre él y su padre es de tal naturaleza que ninguna mala conducta de su parte la puede destruir.

Ahora bien, el vínculo que se forma entre el creyente y Dios es un vínculo eterno. Es Dios mismo quien lo ha constituido, y «todo lo que Dios hace será perpetuo» (Eclesiastés 3:14). Dios lo ha salvado, ha hecho de él Su propio hijo querido. Lo ha sellado con Su Espíritu y le ha asegurado que nunca perecerá. Además, ha llegado a ser miembro del cuerpo de Cristo, y objeto del amor y cuidado especiales del mismo Cristo. ¿Acaso todo esto puede quedar en entredicho, y deshecha la obra de Dios, y que se arrebate una oveja de manos del Pastor? Para una mente reflexiva, y que comprenda lo que se implica en la salvación de un alma, hacer tales preguntas es contestarlas.

Así, ¿no hay tal cosa como ser borrado del libro de la vida?

Usted debe referirse, supongo, a lo que se asevera en Apocalipsis 3:5. Pero debemos recordar que en la ciudad de Sardis había algunos que, por así decirlo, habían escrito sus propios nombres en el libro de los vivientes. Tenían nombre de que vivían, como nos dice el versículo 1, pero en realidad estaban muertos. Ahora bien, si Dios escribe el nombre de quienquiera en el libro de la vida, se debe a que aquel está verdaderamente vivo, habiendo sido vivificado por el mismo Dios. Y si Dios escribe un nombre en aquel libro, jamás lo borrará. Pero si alguien toma el puesto de ser un viviente, sin haber «pasado de muerte a vida», es como si hubiera inscrito su nombre donde no tiene derecho a estar, en las páginas del libro de la vida. Y todos estos nombres Dios desde luego los borrará. Pero son los nombres no de santos recaídos, sino de falsos profesantes carentes de vida.

¿No temía el apóstol Pablo que después de todo él pudiera llegar a ser reprobado?

Si este fuera el caso, ¡tiene que haber dudado de la verdad de lo que él mismo enseñaba constantemente! Pero la Escritura no dice lo que su pregunta presupone. El pasaje que usted tiene en mente es 1 Corintios 9:27, que, como observará, no menciona devenir un reprobado, aunque la posibilidad de ser un profesante, e incluso un predicador, y sin embargo no ser otra cosa que un pobre inconverso y réprobo, queda claramente reconocida.

¿Por qué permite Dios que Sus hijos recaigan?

No podemos referirnos a nuestras recaídas como por permisión de Dios. Naturalmente, es cierto que Él tiene poder para guardarnos de recaer, pero no es Su forma de actuar tratarnos como unas meras máquinas inanimadas. Él ha puesto a disposición de nosotros todas Sus riquezas de gracia y poder, de modo que si nos descarriamos y desviamos, solo podemos culparnos a nosotros mismos. Y Dios emplea nuestros fracasos y nuestras caídas para hacernos aprender la lección que tan lentos somos en aprender —la de nuestra absoluta debilidad e incompetencia.

Pero a fin de que podamos ser preservados de tropiezos y de extravíos, Dios nos ha dado un Salvador viviente en el cielo para que sea nuestro grande y poderoso Intercesor. Él conoce nuestras debilidades y nuestra necesidad, y Él vive para satisfacerla con Su gracia y poder.

Tenemos también el Espíritu Santo habitando dentro de nosotros para ser nuestro Guía y Consolador, para hacer reales las cosas de Dios para nosotros, y para controlarnos para Cristo.

Y luego tenemos también el inapreciable tesoro de la Palabra de Dios para actuar sobre la conciencia y para señalarnos el camino de la verdad.

Con recursos como estos, no hay excusa para la recaída. Es solo cuando descuidamos la maravillosa provisión que Dios nos ha dado, e intentamos andar con nuestro propio poder, que nos alcanza el desastre espiritual.

Si un cristiano peca, ¿se le debe considerar en cada caso como recaído?

Naturalmente que no, porque, en tal caso, ¿quién entre nosotros no sería un recaído? Debemos distinguir entre aquel que persiste en el pecado, y aquel que es «sorprendido en alguna falta», aunque incluso este último necesita restauración (Gálatas 6:1).

Si observamos una columna de humo, la veremos a menudo empujada de un lado a otro por los golpes de viento pasajeros. Pero su principal dirección es hacia arriba, a pesar de todo. Así es con el cristiano. Puede ser influido por cosas pasajeras, y por falta de vigilancia puede ser sorprendido en alguna falta. Pero si su principal dirección es hacia arriba, y si prosigue en este curso, lamentando sus fracasos y persistiendo adelante a pesar de todo, no debe ser contemplado a la misma luz de quien persiste durante días, semanas o meses sin acudir a la presencia de Dios en juicio propio, para confesar su pecado y para buscar gracia que le capacite para apartarse del mismo.

¿Qué quiere decir por «reincidente de corazón»?

Es un término escriturario, como veremos si examinamos Proverbios 14:14 (V.M.). Tenemos un ejemplo de lo que se quiere decir con esto en el caso de los santos en Éfeso. Se trataba de lo que muchos considerarían sin duda como una congregación modélica. Su arduo trabajo, su fidelidad en repudiar falsos maestros, su paciencia por causa de Cristo, eran cosas bien conocidas. Sin embargo, Aquel que lee los corazones tenía algo contra ellos: habían dejado su primer amor (Apocalipsis 2:2-4). Externamente eran todo lo que se podría desear, pero el amor de ellos por Cristo había dejado de arder con su antiguo brillo, el ardor de su primer afecto hacia Él mismo se había enfriado; eran descarriados de corazón.

¡Cuántos entre nosotros tienen que confesar que esto es lo que nos ha sucedido! ¡Y cuán evidente es, por la evidencia de estos creyentes efesios, que la actividad y el celo en el servicio del Señor, incluso cuando todo ello va acompañado de una fidelidad inflexible a la verdadera doctrina, no remedia el enfriamiento del «primer amor».

¿Cómo puede ser restaurado un hijo de Dios recaído?

Si se busca una restauración plena, tiene que llegarse al fondo del propio pecado y enfriamiento en presencia de Dios. No será suficiente con una mera expresión de dolor y oración buscando el perdón. Ha de haber un verdadero juicio propio, y un seguimiento de los pasos tomados en el punto en que tuvo lugar el extravío.

Recuerdo una ocasión, mientras descansaba en mi alojamiento, que un ratoncito salió de su agujero y comenzó a pasearse por la habitación. Pero pronto se asustó por un pequeño movimiento de mi pie, y desapareció por su agujero. Pocos minutos después reapareció, saliendo esta vez de un agujero al otro lado de la estancia.

Que cada cristiano recaído observe esto. ¡No puedes hacer como aquel ratón! Él huyó hacia un agujero y salió por otro, pero esto es imposible para ti. Tú te has introducido en algún orificio oscuro, lejos de la luz de la presencia de tu Salvador, lejos del gozo de la comunión con Dios. Y si tienes que ser restaurado tendrás que salir por el mismo agujero que por el que entraste.

Lo que quiero decir es que tendrás que remontar, en presencia de Dios, aquel episodio de la historia de tu alma que se encuentra entre el momento de tu extravío y el presente.

Con ayuda del Señor, lo podrás hacer; y la confesión del primer mal paso, y el juzgarte a ti mismo por haberlo tomado, es un gran comienzo.

Ten en cuenta, en todo ello, que el bendito Señor te contempla con ojos de amor inmutable. Todo tu pecaminoso extravío no ha hecho disminuir ni un ápice Su fiel amor por ti. Piensa en ello. Medita esta bendita realidad: «El me ama, a pesar de todo», y con el pensamiento de este verdadero, intenso, tierno y eterno amor, acude con tu confesión en presencia de Dios. «Llevad con vosotros palabras de súplica, y volved a Jehová», y Él sanará tu recaída y te llenará de nuevo el corazón de gozo.

Pero no quieras ofrecer excusa alguna por tu alejamiento.

Tu peor enemigo eres tú mismo, y al volverte al Señor harás bien en no concederte ningún cuartel.

Al confesar tu pecado de esta forma, puedes tener la certidumbre de que quedas perdonado. «Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados». Puede que no experimentes, y probablemente no experimentarás, ningún repentino alivio ni ninguna dispersión inmediata de las nubes, pero desde luego quedas perdonado en el momento en que derramas la triste historia de tu pecado a oídos de tu Padre.

Luego, por la abogacía de Cristo, sigue la restauración. Él hará que Su palabra tenga efecto sobre ti; te hablará al corazón de una forma que te derretirá, y profundizará en ti el sentido de Su amor y fidelidad y de tu propia insensatez e indignidad. Luego, no confiando en tu propia sabiduría y fuerza, emprenderás continuar en el poder de Su gracia.

Cuando un recaído regresa al Señor de esta manera, ¿es inmediata su restauración?

No por lo general, me parece, aunque su perdón es instantáneo en el momento en que presenta su confesión. Pero la restauración es algo distinto del perdón, y no se da con tanta celeridad. Al extraviado que regresa se le hace que se dé cuenta de que su pecado no es cosa ligera, y que el privilegio de la comunión con Dios no es algo que se pueda echar de lado y luego reanudar a placer.

Al decir esto, tengo en mente un pasaje en Oseas 5:15, y 6:1, 2, que aunque primordialmente se refiere a Israel, expone el principio que estoy tratando de explicar.

El Señor se aparta en el capítulo 5:15, «Andaré y volveré a mi lugar», dice el Señor, «hasta que reconozcan su pecado y busquen mi rostro». El efecto de esto es que el pueblo se exhorta unos a otros. «Venid y volvamos a Jehová; porque él arrebató, y nos curará; hirió, y nos vendará. Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará». Así, se anticipa un intervalo de tiempo entre el retorno de sus almas al Señor y el avivamiento y levantamiento que procederá de Él. Este período de tiempo permite al alma pasar por el ejercicio espiritual, y que se realice la prueba de su realidad. Pero si se mantiene la actitud de verdadera contrición y de juicio propio, la restauración es tan cierta como el perdón; podemos tener la certidumbre de que Dios no mantendrá a nadie esperando más tiempo del suficiente para que se aprendan las necesarias lecciones.

Dejad que añada que la restauración no llega generalmente en forma de un repentino estallido de éxtasis, ni nada de esta clase; acontece cuando nuestros pensamientos se dejan de centrar en nosotros mismos y se dirigen a Cristo. El Espíritu santo dirige nuestros pensamientos a Su amor, y, al estar con la atención puesta en Él, la bendición que anhelábamos llega a ser nuestra de nuevo.

Bendiciones a todos Hno. Fco. José Martínez G.

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Como aprovechar bien el tiempo.

7 PASOS PARA APROVECHAR BIEN EL TIEMPO.

Efesios 5:16 (Aprovechando bien el tiempo, porque lo días son malos)

La semana pasada vimos las prioridades y llegamos a la conclusión de que la primera prioridad en nuestra vida es Dios, después la familia, los amigos, la gente del trabajo las responsabilidades, el tiempo que nos sobra como de diversión para despejarse y ya hasta el último el tiempo de ocio por así decir.

Si nosotros llegáramos a utilizar mejor nuestro tiempo seriamos mejores cristianos

1. Empiece el día con el” trabajo” más importante

- LEER LA BIBLIA Y ORAR.

Para aprovechar mi tiempo como cristiano una de mis mejor maneras es empezar el día orando y leyendo la biblia, pasar tiempo con el Creador. Si soy cristiano y amo a Dios me voy a dar cuenta de que la palabra de Dios es el punto número uno en mi vida, a veces se nos olvida todo lo que paso para que nosotros pudiéramos tener la palabra de Dios en nuestras manos, de las personas que tuvieron que morir por la palabra de Dios, la palabra de Dios que me llena de sabiduría, de gozo, dirección, etc.
Entonces como cristiano debo de empezar mi día con lo más importante que es leer la Biblia y orar, no es una pérdida de tiempo!, si yo me hago a esa tarea debo de decir cuándo y a qué hora? Y si empiezo de esa manera entonces Dios me va a bendecir, Josué 1:8 (Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien).

Romanos 8:28, (Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados), si yo empiezo en la mañana orando y empiezo leyendo la Biblia, en primer lugar voy a tener un sentido de que hice algo, bueno, aunque no voy a leer la Biblia solo por eso, es porque Dios me está hablando, el Creador del universo está conversando conmigo, y esto conlleva a que yo terminando de orar tal vez digo Señor ¿que puedo hacer?, y abro mi biblia y Dios me dice has esto , has el otro, respondiendo así Dios y cuando ya leí la palabra, las cosas que se den ese día se van a dar mejor.
La palabra de Dios me ayuda a mí para que yo pueda a través del día a hacer las cosas que necesito, hacer principalmente para el Señor, después para la familia y después para otros.

Génesis 39:3 (Y vio su amo que Jehová estaba con él, y que todo lo que él hacía, Jehová lo hacía prosperar en su mano), que bueno es que si yo tengo cosas pendientes en el día, Dios haga prosperar todas esas cosas en mis manos, que frustrante seria que saliera al revés.
Tenemos que poner las cosas en las manos de Dios, pero también hacer esas cosas que ponemos en las manos de Dios.
El día lo hizo Dios, para mí, para que yo lo aproveche, no es mi día, es el día de Jehová, las 24 horas son de Dios así que las debo de aprovechar muy bien.
Deuteronomio 4: 40 (Y guarda sus estatutos y sus mandamientos, los cuales yo te mando hoy, para que te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti, y prolongues tus días sobre la tierra que Jehová tu Dios te da para siempre)
¿A cuántos les gusta que las cosas les vaya bien? A mi si!
Si me voy a casar con alguien quiero que me vaya bien en mi matrimonio, no me voy a casar y decir, espero que en tres días no nos divorciemos!
Si voy a construir una casa no quiero que al final se derrumbe!
A veces no nos salen bien las cosas, porque no leemos la Biblia ni oramos!
Deuteronomio 5:33 (Andad en todo el camino que Jehová vuestro Dios os ha mandado, para que viváis y os vaya bien, y tengáis largos días en la tierra que habéis de poseer), promete que si yo ando en el camino que él me ha mandado, me va a ir bien y voy a tener muchos días.

2. Elimine las palabras: NO TENGO TIEMPO!

Muchas veces nos encontramos con algo donde decimos No tengo tiempo para esto ahorita! y mejor lo dejamos para el siguiente día, no lo hacemos en ese momento y si todo lo vamos dejando para después y luego para la siguiente semana, y luego para la que sigue, nunca vamos a hacerlo y más en nuestra cultura. Ejemplo: el Señor en su Espíritu nos dice: No has leído la Biblia hoy y le digo pero es que ya no tengo tiempo mejor mañana , llega mañana y otro día pasa y digo ahora si mañana y así hasta que pasan 50 años y nunca la leemos realmente.
Cuando decimos no tengo tiempo nunca vamos a tener tiempo,.
Dios dice ama a tu esposa, y decimos no tengo tiempo pero en 5 años si voy a ser el más romántico.
Obedece a tu esposo, ahorita no tengo tiempo, pero en unos años voy a ser la esposa más obediente
Si yo siempre le digo al Señor: es que ahorita no tengo tiempo, nunca voy a tener tiempo.

Filipenses 4:13 (Todo lo puedo en Cristo que me fortalece)

3. Elimine la tarea más Odiosa, lo que más uno no quiere hacer y no la deje para el fin.

Hay tareas u obligación es, todos tenemos algo que hacer, en casa, en el trabajo y en nuestra propia vida.
Si trabajo en una oficina y tengo que hacer un reporte importante y lo dejo al final y al final voy a terminar haciéndolo hasta el siguiente día.
Si hay algo que tengo que hacer en veinte meses por que no lo hago hoy para que ya no lo tenga que hacer hasta el último momento.
Que bueno el prepararnos en vez de hacerlo cinco minutos antes.

4. Tenga una recompensa por su trabajo.

Si hay un proyecto en la universidad y es dentro de tres meses, puedo decir: si lo termino de hacer en 1 mes y no espero hasta los tres meses me voy a comprar una bicicleta, o si lo hago me voy a comer a Francia, cosas así.
Pudiera tener una recompensa, la esposa le puede decir mi amor si tú arreglas la regadora que ya no sirve, te voy a dar una recompensa.
Tener un plan, en el trabajo uno trabaja 6 meses y da una semana de vacaciones.

5. Hacer una lista diaria de sus responsabilidades.

1a Corintios 14:40 (pero hágase todo decentemente y con orden).

Apuntar en algún lugar, tener un plan siempre es bueno, Ejemplo:
Que son las cosas que puedo hacer hoy?
- Oración.
Recoger esto.
Comprar esto, y así las diferentes cosas y vera que se le ve a facilitar bastante el día, puede probar a ver cómo le resulta.

6. Junto con esa lista, tener un Plan.

En la iglesia no vamos a decir que el coro cante cuando ellos quieran, la ofrenda cuando se nos pegue la gana y vamos a hacer esto hay como sea, No, Dios dice que todo se haga decente mente y con orden.
Lo que Dios puso en la Biblia fue con un minucioso orden.
Tal vez un buen plan puede ser tener una lista diaria de siete puntos, tal vez otras personas ocuparan veinte, algunos tres, tener un plan del mas fácil al más difícil o del mas difícil al más fácil, como se acomode.

7. Poner un tiempo para finalizar

Poner un objetivo para terminar la tarea.
Un meta para terminar lo que tengo que hacer.

¿Para cuándo sería preferible para mí terminar de leer mi Biblia? Eso es una meta y para llegar a esa meta tuve que dividir la Biblia en 4 capítulos diarios, o existen varios planes como los que la iglesia da y si usted sigue ese plan al final el último mes no va decir perdón Señor no pude, si no que va a estar tranquilo para terminar de leer la Biblia.

En nuestra vida diaria es bueno tener planes y decir Señor aquí están estas cosas, dejar todo en sus manos, También una buena meta y la más importante que el Señor nos pone es de ganar almas, podemos decirle a Dios: Señor este año me gustaría que 20 personas recibieran a Cristo por que yo les hable!, Pero nunca voy a poder ganar 20 personas en un año si no empiezo con 10, necesita un plan, no va a suceder de “chiripa”.

Bendiciones a tu vida al organizar tu tiempo con Dios.

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Como ser restaurados en el Señor Jesucristo.

(Pasos necesarios en la restauración)

Si realmente quieres ser libre y restaurar tu vida debes superar los siguientes pasos en diferentes áreas de tu vida. Parece tortuoso y difícil pero con la dirección del Espíritu Santo podrás lograrlo de acuerdo a tu perseverancia, obediencia y tiempo necesario para tu caso personal.

El Señor prometió esta transformación en el siguiente versículo:

"Os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros.

Quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne"(Ezequiel 36:26).

Este versículo expresa la promesa de Dios para cambiarte internamente. Pero este cambio es paulatino porque debes, en el proceso, superar los siguientes pasos en cada área que el Señor irá transformando:

1. Tener decisión firme para obedecer y vencer

Lo primero es querer cambiar. Debes estar decidido a ser restaurado confiando en Dios.

Recordando que Dios no obliga a nada, El espera la decisión y obediencia de tu parte. El que no quiere ser restaurado no lo será.

“Al de firme propósito guardarás en perfecta paz; porque en ti confía"(Isaías 26:3).

"Firme está mi corazón, oh Dios, mi corazón está firme, ¡cantaré y entonaré salmos!" (Salmo 57:7).

2. Confianza absoluta en Dios

Debes despojarte de la desconfianza en Dios y de su imagen inadecuada. Los siguientes versículos muestran la falta de confianza en Dios y sus consecuencias:

“Clamo a ti, y no me respondes; me pongo en pie y no me prestas atención"

(Job 30:20). "A Dios, mi roca, diré: ¿Por qué me has olvidado? ¿Por qué ando sombrío por la opresión del enemigo?" (Salmo 42:9).

Debes derribar los sentimientos de desconfianza para no tener obstáculos en el temor al castigo por los sentimientos de culpa y sentimientos adversos (ira, odio etc.) a causa del dolor emocional y pensamientos destructivos. La confianza absoluta en Dios y en su palabra es la base para crecer espiritualmente, como se expresa en el siguiente versículo:

"Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento. Reconócelo en todos tus caminos, y El enderezará tus sendas" (Proverbios 3:5,6).

3. Honestidad ante Dios para debilitar los mecanismos de defensa

Es necesario que liberes en oración a solas con Dios todo el dolor, siendo totalmente honestos porque El Señor todo lo sabe. Mediante la honestidad serás capaz de derribar tus propias mentiras o mecanismos de defensa, paso esencial para dejar que la verdad de Dios sea internalizada en tu vida. Para esto es necesario que recuerdes que de todos modos Dios todo lo conoce, aún las cosas que no te atreves a decirle. Él lo sabe todo, pero ser honesto ante El tiene el efecto de liberarte de las emociones negativas y destructivas.

"¿Podrá alguno esconderse en escondites de modo que yo no lo vea?" Declara el Señor" (Jeremías 23:24).

Veamos, en el capítulo 20, como libera su dolor y tensión el profeta Jeremías, con honestidad de sentimientos y emociones, ante Dios.

"Maldito el día en que nací, el día en que me dio a luz mi madre no sea bendito.

Maldito el hombre que dio la noticia a mi padre diciendo: ¡Te ha nacido hijo varón!, Haciéndolo muy feliz. Sea ese hombre como las ciudades que el Señor destruyó sin piedad. Oiga gritos de mañana y alaridos al mediodía..." (Jeremías 20: 14-16).

Dios nos invita a echar nuestra ansiedad sobre Él para no tener cargas:

"Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que El os exalte a su debido tiempo, echando toda vuestra ansiedad sobre El, porque El tiene cuidado de vosotros" (I Pedro 5:6).

Ser honestos ante Dios libera la tensión interna; callar produce tensión y conflictos internos, así como enfermedades psicosomáticas:

"Mientras callé mi pecado, mi cuerpo se consumió con mi gemir durante todo el día" (Salmo 32:3).

4. Aceptar la voluntad de Dios (Señorío)

Tendrás con el tiempo que aceptar su voluntad por hechos dolorosos por causa de accidentes, desastres naturales, muertes, etc., recordar que El no nos mintió.

"Estas cosas os he hablado para que en mi tengáis paz. En el mundo tenéis tribulación, pero confiad; yo he vencido al mundo" (Juan 16:33).

5. Restaurar la comunión con Dios

Debes confesar tu propia iniquidad a Dios y arrepentirte, pedir perdón a Dios por culparlo del dolor y abandono por el dolor sufrido.

"Confieso, pues mi iniquidad; afligido estoy a causa de mi pecado" (Salmo 38:18).

6. Destruir la resistencia y formas de evadir el dolor

Debes enfrentar la propia responsabilidad y consecuencias a causa del dolor emocional y no culpar a otros ni evadir con las propias mentiras (mecanismos de defensa), como lo hicieron Adán y Eva al desobedecer al Señor:

"Y el hombre respondió: la mujer que tú me diste por compañera me dio del árbol y yo comí. Entonces el Señor Dios dijo a la mujer ¿Qué es esto que has hecho? Y la mujer respondió: La serpiente me engañó, y yo comí"

(Génesis 3: 12,13).

Los mecanismos de defensa se destruyen al aceptar la realidad y responsabilidad de los hechos:

"Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos, de manera que eres justo cuando hablas, y sin reproche cuando juzgas" (Salmo 51:4).

7. Aceptar el perdón de Dios y asumirlo

"Nosotros hemos transgredido y nos hemos rebelado, tú nos has perdonado"

(Lamentaciones 3:42).

"Cuán bienaventurado es aquel cuya transgresión es perdonada, cuyo pecado es cubierto" (Salmo 32:1).

"Yo, yo soy el que borro tus transgresiones por amor a mí mismo, y no recordaré tus pecados" (Isaías 43:25).

"Te manifesté mi pecado, y no encubrí mi iniquidad. Dije: confesaré mis transgresiones al Señor y tu perdonaste la culpa de mi pecado"(Salmo 32:5). Perdonarte

Porque Dios ha perdonado, por tanto debes asumir los privilegios de ser hijo de Dios.

"Señor, si tu tuvieras en cuenta las iniquidades, ¿Quién, oh Señor, podría permanecer? Pero en ti hay perdón, para que seas temido" (Salmo 130:3,4).

"Porque Él nos libró del dominio de las tinieblas y nos trasladó al reino de su Hijo amado" (Colosenses 1:13).

"Así dice tu Señor, el Señor tu Dios, que contiende por su pueblo: He aquí, he quitado de tu mano la copa del vértigo, el cáliz de mi furor, nunca más lo beberás" (Isaías 51:22).

8. Perdonar al prójimo

Así como Dios te ha perdonado, tendrás entonces la capacidad de perdonar a otros:

"Soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros, si alguno tiene queja contra otro, como Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros"(Colosenses 3:13).

9. Despojarte de los viejos argumentos

Tendrás que quitar la maleza y escombros en tus pensamientos que son el motor de tus acciones y emociones y renunciar a los viejos argumentos y hábitos destructivos. Debe

Despojarse de los viejos argumentos y renunciar a ellos porque no se puede sembrar entre espinos ni construir sobre escombros.

"Otra vez cayó entre espinos, y los espinos crecieron y la ahogaron y no dio fruto" (Marcos 4:7). "Otros son aquellos en los que sembró la semilla entre los espinos, estos son los que han oído la palabra, pero las preocupaciones del mundo, y el engaño de las riquezas y los deseos de las demás cosas entran y ahogan la palabra, y se vuelve estéril" (Marcos 4: 18, 19).

“Porque así dice el Señor a los hombres de Judá y de Jerusalén":

Romped el barbecho, y no sembréis entre espinos" (Jeremías 4:3).

10. Sembrar en tierra limpia nuevos argumentos basados en la palabra de Dios

Debes sembrar en el área limpia de la mente y del corazón una palabra de poder, de acuerdo a la necesidad. Se debe dejar que el Espíritu Santo guíe, mientras poda cada área de los recuerdos dolorosos. Ciprés y mirto representan tus nuevos argumentos nacidos de la Palabra de Dios

"En lugar del espino crecerá el ciprés, y en lugar de la ortiga crecerá el mirto, y esto será para gloria del Señor, para señal eterna que nunca será borrada" (Isaías 55:13).

CONCLUSION: Resolución

Debes restaurar la vida presente según la voluntad de Dios forjando nuevos planes y metas de acuerdo a la visión que Dios te ha dado y según tus posibilidades y talentos. Dios te dará metas reales y alcanzables. Debes tener presente que la vida cambia por tanto debes ser flexible para iniciar nuevos planes aunque ya no sean los que anhelabas en tu pasado. Dios siempre té dará cosas mejores de las que esperas. Él nos dice en su palabra:

"Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, declara el Señor. Porque como los cielos son más altos que la tierra, así mis caminos son más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos" (Isaías 55:9).

PARA RECORDAR:

"Porque yo sé los planes que tengo para vosotros -declara el Señor: Planes de bienestar y no de calamidad para daros un futuro y una esperanza" (Jeremías 29: 11).

ESCRIBE UNA ENSEÑANZA IMPORTANTE DE ESTA CHARLA PARA APLICACIÓN EN TU VIDA:

ORACION:

“Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo quita, y todo el que da fruto, lo poda para que dé más fruto"(Juan 15:1,2).

EN EL DESARROLLO DE ESTE TEMA PODRAS ENTENDER QUE TU RESTAURACION REQUIERE DE TIEMPO, PORQUE DEBES CONOCER Y CAMBIAR TUS PENSAMIENTOS Y HABITOS DESTRUCTIVOS. ESTO REQUIERE ESFUERZO Y APROPIACION DE LAS VERDADES BIBLICAS PARA APLICARLAS EN TU VIDA.

MEDITACION: EL ARBOL MARCHITO

Había un árbol en tierra seca con la mayoría de sus ramas y hojas marchitas. Llegó la lluvia y rodeos sus raíces más el árbol no crecía. Pasó un hombre rico y se dijo: ¡Que árbol tan débil e insignificante, sería mejor cortarlo!.. .Quemaría para mi fogata, sus ramas secas. Porque no da ni sombra ni fruto, este árbol es débil, nada puede aportarme.

Luego pasó un jardinero y al ver aquel árbol cortó sus ramas secas. Una a una, con Cuidado, despacio y con amor.

El árbol se resintió; quedó en silencio, encorvado por unos días y fue entonces que empezó a brotar lluvia desde sus hojas. Parecía que llorara en su silencio. Pronto sus lágrimas humedecieron la tierra que rodeaba sus raíces. No era el agua de la lluvia. Era el agua de sus propias lágrimas.

Y lo que era llanto sé convirtió en alimento y el árbol empezó a extender sus raíces y sus ramas retoñaron con vigor. Hasta que el árbol creció y se hizo fuerte y bajos sus ramas muchos buscaron su sombra. Y un día pasó el hombre rico. Y cansado y sediento buscó su sombra y el agua que caía de sus ramas ahora fuertes y descubrió que aquel árbol era el que una vez quiso destruir para su provecho.

Pronto la gente que se le acercaba supo que el árbol crecía por el agua que bebía. Más era un agua que nacía de lo profundo de su ser interior.

"Bendito es el hombre que confía en el Señor, cuya confianza es el Señor. Será como árbol plantado junto al agua, que extiende sus raíces junto a la corriente; no temerá cuando venga el calor, y sus hojas estarán verdes, en año de sequía no se angustiará, ni cesará de dar fruto" (Jeremías 17:7,8).


Bendiciones Hno. Fco José Martínez G.


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