El Señor me dijo:
“Te he
puesto por fortaleza en mi pueblo, como
al atalaya sobre una torre, para que conozcas y examines los caminos de
ellos. A los líderes de las iglesias
anunciarás lo que descubras”.
Esta palabra tiene su fundamento bíblico en Jeremías
6:27 y 5:5a. En cumplimiento de esa comisión, aquí le envío lo siguiente:
Recordemos que edificar la iglesia con otras ideas
diferentes a las ordenadas por Dios, es levantar un altar al ídolo de la
vanidad (Jeremías 18:15), y Dios declara en Su palabra que no puede haber
comunión entre la luz y las tinieblas. Una vez recordado lo anterior, pasemos
al tema de hoy.
SANTA CENA
(Solo para
ministros de la iglesia)
1 Todas las iglesias
cristianas han entendido correctamente
que es necesario para los creyentes participar de la
Santa Cena, comer el Cuerpo de Jesús y
beber Su Sangre. De alguna manera u otra, es una práctica común a las diversas
denominaciones.
2 Sin embargo, existe una indolencia por parte de algunos líderes
de las iglesias, pues no predican de manera completa lo relativo a este asunto tan
delicado, sobre todo el contenido de 1ª. a Corintios 11:27-34, ni mucho menos
hebreos 13:10. Esta última cita bíblica jamás
he escuchado referirla en ninguna enseñanza acerca de la santa cena.
3 En realidad, el solo acto de
comer el cuerpo y tomar la sangre de Jesús debiera ser recurso suficiente para
que en la iglesia se manifestaran sanidades
maravillosas sin necesidad de que se orara por los enfermos, pues debe ser
mucho más poderosa la divinidad de
Jesús que la oración más eficaz de la persona más justa en el mundo (Santiago
5:16b). Pero esto no se enseña porque muchos ministros perderían la oportunidad
de lucir su oratoria ante la iglesia, y su “poder al tumbar” a los creyentes.
4 No obstante lo anterior,
vemos que existen muchos enfermos y
débiles en las iglesias, y que incluso muchos duermen (v. 30) pues no
entienden la palabra acerca de la cual, según el nuevo pacto de Dios, ya nadie debiera tener necesidad de ser
enseñado (Hebreos 8:11).
5 Al tomar la
Santa Cena, somos juzgados por el Señor y si
somos hallados culpables, el Señor nos castiga con diversas
enfermedades y carencias con la intención de que aprendamos, nos corrijamos y
no tengamos que ser condenados con el mundo (1ª. a Corintios 11: 32).
6 Está claro que la causa de
esa situación es que muchos están comiendo y bebiendo juicio para sí mismos por
participar indignamente de la cena
del Señor, por una parte en situación de pecado, y por otra al no discernir el
cuerpo del Señor, lo cual es vivir en comunión unos con otros, dependiendo unos
de otros, no siendo indiferentes a las necesidades de los demás (Santiago
2:15-16).
7 Volviendo con la cita de
Hebreos 13:10, es imprescindible recalcar que la gran mayoría de las iglesias sirve al tabernáculo del viejo
testamento al poner en práctica por lo menos una de sus ordenanzas contenidas
en la ley, lo cual les lleva a la situación de no tener derecho de comer del
altar del nuevo pacto, esto es que no
debieran tomar la santa cena.
De hecho, yo no conozco ninguna iglesia
que no esté sujeta a la ley por
lo menos en el punto de cobrar los diezmos (Hebreos 7:5 y 12), y con esta
práctica se constituyen a sí mismos en violadores
del nuevo pacto y usurpadores del
sacerdocio levítico, el cual ya está derogado.
8
Si le interesa a usted conocer a fondo
sobre este asunto de los diezmos y otros acerca de los cuales hay falsas
enseñanzas en las iglesias, solicite el estudio titulado “Líderes y cristianos parcialmente
convertidos”
DISCERNIR EL CUERPO DEL
SEÑOR:
1 Corintios 11:29 Porque el que come y
bebe indignamente, sin discernir
el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí.
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Esta es quizá la razón más importante por
la que abundan las enfermedades entre los cristianos, ya que el discernimiento
del cuerpo del Señor no es algo que se obtenga automáticamente en toda
congregación cristiana. Discernir el cuerpo del Señor es ser verdaderamente
miembros los unos de los otros (Romanos 12:5), y para lograr esto es preciso
que nos ocupemos los unos de los otros, que no haya desavenencias entre
nosotros (1ª. a Corintios 12:25), que desechemos las mentiras (Efesios 4:25),
que nos relacionemos de tal manera que las necesidades de los que no tienen (en
cualquier aspecto), sean suplidas por los que tienen (2ª. a Corintios 8:14), no
siendo en nada indiferentes (Santiago 2:15-16).
11
Más bien la
comunión de unos con otros, la unión de los diferentes miembros del cuerpo que
se nutren y se unen a través de las coyunturas y ligamentos (Colosenses 2:19),
se conquistaría como algo real y no ilusorio, mediante una convivencia
frecuente entre una familia y otra, invitándose a comer en las casas, sirviéndose,
ayudándose, supliéndose (Efesios 4:16).
12
En una traducción textual de la versión griega 1550 Stephanus, Jesús
dijo lo siguiente en Mateo 10:41: El que recibe a un profeta,
por el nombre del profeta recibirá
recompensa del profeta; y el que recibe a un justo, por el nombre del justo
recibirá recompensa del justo. (Ejemplo: El profeta al que has
recibido en tu casa, seguramente te recompensará con una profecía de parte de
Dios; el justo te recompensará compartiendo de sus bienes contigo, como lo
declara Dios acerca de los justos en 2ª.
a Corintios 9:9, el que tiene el don de servicio te servirá, el que de
enseñanza te enseñará, el que de exhortación te exhortará, etc. Romanos
12:7-8).
13 No se discierne el cuerpo de Cristo cuando quienes son miembros de
una misma iglesia, unos viven en la abundancia, embriagados de “bendiciones”
del Señor, mientras que otros padecen hambre (1ª. a Corintios 11:21). Y de
nuevo no me refiero solo a los materiales, sino a toda clase de bienes. El que
es alegre, comparta su alegría con el triste, quizá eso le ayude a encontrarle
sabor a la vida. El que es optimista, entusiasta, de buen ánimo, compártalo con
el apocado. El que tiene el don de servicio, sírvale al apático, al indiferente
(Romanos 12:6-8, 1ª. a Corintios 14:26). De esta manera, realmente se nutrirán
unos a otros.
14
Cuando
Jesús dijo: “Hagan esto en memoria de mí” (Lucas 22:19 y 1ª. a Corintios
11:25), no estaba instituyendo una ceremonia litúrgica religiosa, un rito, como
vanamente se acostumbra hoy día en muchas iglesias. Jesús estaba
proporcionándonos un ligamento a través del cual ejercitándolo, nos ayudaría a
alcanzar la unidad (Juan 17:21), de manera que compartiendo así la cena del
señor en comunión unos con otros, unánimes, y
a condición de que estén verdaderamente en paz unos con otros, resulte
ser una manera digna y no se acarreen juicio, condenación y enfermedad o muerte
espiritual.
15 Un ejemplo muy claro con el cual podemos
vislumbrar cuán peligroso es participar de la cena del Señor indignamente, lo
tenemos en el caso de Judas. Él ya había decidido vender al apóstol Jesús, por
lo cual podemos considerar que el demonio ya había entrado en él. Sin embargo,
la palabra nos dice que cuando Judas tomó el bocado, Satanás entró en él (Juan
13:27). Esto sucedió porque Judas ya no estaba en comunión con el grupo, ya no
tenía un mismo pensar y un mismo sentir, espiritualmente ya no era miembro del
mismo cuerpo.
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El
discernimiento del cuerpo del Señor también consiste en entender que nadie es
absoluto, todólogo, independiente. En aceptar que hemos de relacionarnos con
todos los miembros de manera que nos ayudemos mutuamente, reconociendo las
funciones de los demás que nos resultan complementarias e inclusive
indispensables, que no podemos crecer en armonía sin los otros, que nadie tiene
autoridad total sobre los demás, sino solo la Cabeza (Solicitar el tema “Las funciones del
Cuerpo”).
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Todo lo
anteriormente dicho sobre este punto, es
imposible que se logre por el solo hecho de encontrarnos dos veces por semana
en las reuniones de la iglesia, donde quizá hasta nos saludemos de abrazo y
beso en la mejilla; pero fuera de allí seamos
indiferentes los unos con los otros. Si no aprendemos a discernir el
cuerpo de Cristo, a ser miembros los unos de los otros, todos los eventos y
actividades que hagamos, todas las reuniones de oración y de alabanza, etc.,
las estaremos realizando sobre arenas movedizas, y no pasarán de ser madera,
heno o hojarasca.
Bendiciones
de Dios a tu vida: www.franciscojosemartinezg.blogspot.com
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