viernes, 4 de mayo de 2012

La Santa Cena


El Señor me dijo:

“Te he puesto por fortaleza en mi pueblo,  como al atalaya sobre una torre, para que conozcas y examines los caminos de ellos.  A los líderes de las iglesias anunciarás lo que descubras”.

Esta palabra tiene su fundamento bíblico en Jeremías 6:27 y 5:5a. En cumplimiento de esa comisión, aquí le envío lo siguiente:

Recordemos que edificar la iglesia con otras ideas diferentes a las ordenadas por Dios, es levantar un altar al ídolo de la vanidad (Jeremías 18:15), y Dios declara en Su palabra que no puede haber comunión entre la luz y las tinieblas. Una vez recordado lo anterior, pasemos al tema de hoy.
SANTA CENA
(Solo para ministros de la iglesia)

1 Todas las iglesias cristianas han entendido correctamente que es necesario para los creyentes participar de la Santa Cena, comer el Cuerpo de Jesús y beber Su Sangre. De alguna manera u otra, es una práctica común a las diversas denominaciones.
2 Sin embargo, existe una indolencia por parte de algunos líderes de las iglesias, pues no predican de manera completa lo relativo a este asunto tan delicado, sobre todo el contenido de 1ª. a Corintios 11:27-34, ni mucho menos hebreos 13:10. Esta última cita bíblica jamás he escuchado referirla en ninguna enseñanza acerca de la santa cena.
3 En realidad, el solo acto de comer el cuerpo y tomar la sangre de Jesús debiera ser recurso suficiente para que en la iglesia se manifestaran sanidades maravillosas sin necesidad de que se orara por los enfermos, pues debe ser mucho más poderosa la divinidad de Jesús que la oración más eficaz de la persona más justa en el mundo (Santiago 5:16b). Pero esto no se enseña porque muchos ministros perderían la oportunidad de lucir su oratoria ante la iglesia, y su “poder al tumbar” a los creyentes.
4 No obstante lo anterior, vemos que existen muchos enfermos y débiles en las iglesias, y que incluso muchos duermen (v. 30) pues no entienden la palabra acerca de la cual, según el nuevo pacto de Dios, ya nadie debiera tener necesidad de ser enseñado (Hebreos 8:11).
5 Al tomar la Santa Cena, somos juzgados por el Señor y si somos hallados culpables,  el Señor nos castiga con diversas enfermedades y carencias con la intención de que aprendamos, nos corrijamos y no tengamos que ser condenados con el mundo (1ª. a Corintios 11: 32).
6 Está claro que la causa de esa situación es que muchos están comiendo y bebiendo juicio para sí mismos por participar indignamente de la cena del Señor, por una parte en situación de pecado, y por otra al no discernir el cuerpo del Señor, lo cual es vivir en comunión unos con otros, dependiendo unos de otros, no siendo indiferentes a las necesidades de los demás (Santiago 2:15-16).
7 Volviendo con la cita de Hebreos 13:10, es imprescindible recalcar que la gran mayoría de las iglesias sirve al tabernáculo del viejo testamento al poner en práctica por lo menos una de sus ordenanzas contenidas en la ley, lo cual les lleva a la situación de no tener derecho de comer del altar del nuevo pacto, esto es que no debieran tomar la santa cena.
De hecho, yo no conozco ninguna iglesia que no esté sujeta a la ley por lo menos en el punto de cobrar los diezmos (Hebreos 7:5 y 12), y con esta práctica se constituyen a sí mismos en violadores del nuevo pacto y usurpadores del sacerdocio levítico, el cual ya está derogado.
8  Si le interesa a usted conocer a fondo sobre este asunto de los diezmos y otros acerca de los cuales hay falsas enseñanzas en las iglesias, solicite el estudio titulado “Líderes y cristianos parcialmente convertidos”

DISCERNIR EL CUERPO DEL SEÑOR:

1 Corintios 11:29 Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí.

10   Esta es quizá la razón más importante por la que abundan las enfermedades entre los cristianos, ya que el discernimiento del cuerpo del Señor no es algo que se obtenga automáticamente en toda congregación cristiana. Discernir el cuerpo del Señor es ser verdaderamente miembros los unos de los otros (Romanos 12:5), y para lograr esto es preciso que nos ocupemos los unos de los otros, que no haya desavenencias entre nosotros (1ª. a Corintios 12:25), que desechemos las mentiras (Efesios 4:25), que nos relacionemos de tal manera que las necesidades de los que no tienen (en cualquier aspecto), sean suplidas por los que tienen (2ª. a Corintios 8:14), no siendo en nada indiferentes (Santiago 2:15-16).

11 Más bien la comunión de unos con otros, la unión de los diferentes miembros del cuerpo que se nutren y se unen a través de las coyunturas y ligamentos (Colosenses 2:19), se conquistaría como algo real y no ilusorio, mediante una convivencia frecuente entre una familia y otra, invitándose a comer en las casas, sirviéndose, ayudándose, supliéndose (Efesios 4:16).

12 En una traducción textual de la versión griega 1550 Stephanus, Jesús dijo lo siguiente en Mateo 10:41: El que recibe a un profeta, por el nombre del  profeta recibirá recompensa del profeta; y el que recibe a un justo, por el nombre del justo recibirá recompensa del justo. (Ejemplo: El profeta al que has recibido en tu casa, seguramente te recompensará con una profecía de parte de Dios; el justo te recompensará compartiendo de sus bienes contigo, como lo declara Dios acerca de los justos en  2ª. a Corintios 9:9, el que tiene el don de servicio te servirá, el que de enseñanza te enseñará, el que de exhortación te exhortará, etc. Romanos 12:7-8).

13 No se discierne el cuerpo de Cristo cuando quienes son miembros de una misma iglesia, unos viven en la abundancia, embriagados de “bendiciones” del Señor, mientras que otros padecen hambre (1ª. a Corintios 11:21). Y de nuevo no me refiero solo a los materiales, sino a toda clase de bienes. El que es alegre, comparta su alegría con el triste, quizá eso le ayude a encontrarle sabor a la vida. El que es optimista, entusiasta, de buen ánimo, compártalo con el apocado. El que tiene el don de servicio, sírvale al apático, al indiferente (Romanos 12:6-8, 1ª. a Corintios 14:26). De esta manera, realmente se nutrirán unos a otros.

14 Cuando Jesús dijo: “Hagan esto en memoria de mí” (Lucas 22:19 y 1ª. a Corintios 11:25), no estaba instituyendo una ceremonia litúrgica religiosa, un rito, como vanamente se acostumbra hoy día en muchas iglesias. Jesús estaba proporcionándonos un ligamento a través del cual ejercitándolo, nos ayudaría a alcanzar la unidad (Juan 17:21), de manera que compartiendo así la cena del señor en comunión unos con otros, unánimes, y  a condición de que estén verdaderamente en paz unos con otros, resulte ser una manera digna y no se acarreen juicio, condenación y enfermedad o muerte espiritual.

15    Un ejemplo muy claro con el cual podemos vislumbrar cuán peligroso es participar de la cena del Señor indignamente, lo tenemos en el caso de Judas. Él ya había decidido vender al apóstol Jesús, por lo cual podemos considerar que el demonio ya había entrado en él. Sin embargo, la palabra nos dice que cuando Judas tomó el bocado, Satanás entró en él (Juan 13:27). Esto sucedió porque Judas ya no estaba en comunión con el grupo, ya no tenía un mismo pensar y un mismo sentir, espiritualmente ya no era miembro del mismo cuerpo.

16 El discernimiento del cuerpo del Señor también consiste en entender que nadie es absoluto, todólogo, independiente. En aceptar que hemos de relacionarnos con todos los miembros de manera que nos ayudemos mutuamente, reconociendo las funciones de los demás que nos resultan complementarias e inclusive indispensables, que no podemos crecer en armonía sin los otros, que nadie tiene autoridad total sobre los demás, sino solo la Cabeza (Solicitar el tema “Las funciones del Cuerpo”).

17 Todo lo anteriormente dicho sobre este punto,  es imposible que se logre por el solo hecho de encontrarnos dos veces por semana en las reuniones de la iglesia, donde quizá hasta nos saludemos de abrazo y beso en la mejilla; pero fuera de allí seamos  indiferentes los unos con los otros. Si no aprendemos a discernir el cuerpo de Cristo, a ser miembros los unos de los otros, todos los eventos y actividades que hagamos, todas las reuniones de oración y de alabanza, etc., las estaremos realizando sobre arenas movedizas, y no pasarán de ser madera, heno o hojarasca.







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