Cuatro
amenazas al pastorado
Una mañana
llamó un estudiante a la oficina y en el
curso de la conversación mencionó los cuatro peligros para el pastor — esas
trampas diseñadas por el enemigo de nuestras almas para desviarnos,
abochornarnos, y desacreditarnos ante el mundo y nuestras congregaciones. Sacó
a relucir cuatro amenazas principales: “la dama; la fama; la cama —la
vagancia y flojera—; y la “lana”, o sea el dinero. Tal vez todos conocemos
un triste relato de algún obrero cristiano que ha sido derrumbado sea por una o
varias de estas trampas. O, quizás nosotros mismos —o alguien cercano—
estamos al punto de ser vencidos o descarriados por uno de estos graves
peligros. Vale la pena, entonces, explorar cada uno de ellos y descubrir cómo
vencerlos.
La dama
En el
seminario teológico nos advirtieron acerca de la “mujer Proverbios 5”. ¿Quién
es ella? Según el psiquiatra cristiano Paul Meier esta clase de mujer tiene
como meta seducir a hombres de dignidad y estima en la comunidad — líderes,
hombres de familia, y sí, pastores. Ella intenta demostrar que ningún hombre
sirve para nada. Por lo tanto, los seduce, entonces se rebela contra ellos, y
al fin los destapa ante el mismo mundo que antes los tenían en estima. Si
pasamos a Proverbios 6 nos encontramos con una chica atrevida que proclama que
anda bien con Dios (por haber ofrecido un sacrificio de paz en el Templo) como
parte de su esfuerzo en persuadir a un joven necio a cometer adulterio. Leemos:
Y lo agarra
y lo besa,
y descarada le dice:
Tenía que
ofrecer ofrendas de paz,
y hoy he cumplido mis votos;
por eso he
salido a encontrarte,
buscando tu rostro con ansiedad, y te he hallado (Proverbios 6:13-15).
Aquí vemos
que la tentación hasta puede llegar por parte de mujeres ‘religiosas’.
Otro maestro afirmó que si no andamos buscando algún encuentro extra
matrimonial no lo hallaremos. En otras palabras, las uniones ilícitas requieren
la participación de dos. ¡No
seamos nosotros uno de los partícipes!
La fama
La tentación
de la fama o el querer ser “famoso” puede agarrar a un pastor ya sea
que quiera reconocimiento a nivel internacional o sencillamente local. El
pastor que opta por ser la estrella en vez del siervo de su rebaño enfocará más
sobre sí mismo y pagará el precio tanto en términos de su relación personal con
Dios como en el impacto duradero y positivo que tendrá sobre su rebaño.
Comenzará a abandonar sus verdaderas
responsabilidades pastorales con fines de auto glorificarse. Pero cuando
el “ego” de un pastor llega a ser tal que piensa que ha alcanzado algún plano
por encima del “cristiano promedio” ya se ha colocado en posición para una gran
caída.
Delante de
la destrucción va el orgullo,
y delante de la caída, la altivez de espíritu (Proverbios 16:18).
Frente a
esta realidad tenemos el secreto de la grandeza:
“Y llegaron
a Capernaúm; y estando ya en la casa, les preguntaba: ¿Qué discutíais por el
camino? Pero ellos guardaron silencio, porque en el camino habían
discutido entre sí quién de ellos era el mayor. Sentándose, llamó a los doce y
les dijo: Si alguno desea ser el primero, será el último de todos y el servidor
de todos”(Marcos
9:33-35).
Así, la
grandeza en sí no representa el problema, más bien la mala motivación y el
método erróneo de alcanzarla.
Siempre
habrá feligreses que se darán cuenta del desvío orgulloso del pastor.
Algunos lo comunicarán por chisme. Otros tendrán el valor de decírselo
directamente al pastor que ha comenzado a creerse más de lo que en realidad es.
El pastor sabio escuchará consejo. Tristemente, otros seguirán en la “alfombra
roja” de su orgullo.
La cama
En algunos
países los pastores tienen fama de vagos, flojos, o aprovechados. En parte, esa
descripción viene del falso concepto que los pastores sólo trabajan los
domingos. Pero, por otra parte la crítica tiene base en la realidad. Como
dicen, la verdad duele pero nos puede liberar. ¿Cómo sabemos cuándo la “cama”
nos está venciendo? Tal vez nos ayuden las siguientes preguntas:
- ¿Por lo
general espero hasta el sábado para preparar mi sermón?
- ¿Espero
hasta llegar al púlpito para “recibir” mi sermón? (Véase Mateo 10:19 en
contexto.)
- ¿Les
hago perder el tiempo a los que hacen el esfuerzo de venir a la iglesia
hablando lo que se me ocurra sin haber invertido tiempo en el estudio
de las Escrituras?
Por lo
general, cuando ya no nos importa prepararnos bien ya sea para los mensajes,
estudios, clases, o para los encuentros de consejería pastoral es porque
necesitamos unas vacaciones (si es que en realidad hemos estado trabajando) o
necesitamos ayuda y arrepentimiento.
Encontramos
la solución para el problema de la “cama” en Proverbios y la trabajadora
hormiga que nos sirve como ejemplo:
Ve, mira la
hormiga, perezoso,
observa sus caminos, y sé sabio.
La cual sin tener jefe,
ni oficial ni señor,
prepara en
el verano su alimento,
y recoge en la cosecha su sustento.
¿Hasta
cuándo, perezoso, estarás acostado?
¿Cuándo te levantarás de tu sueño?
Un poco de
dormir, un poco de dormitar,
un poco de cruzar las manos para descansar,
y vendrá
como vagabundo tu pobreza,
y tu necesidad como un hombre armado. (Proverbios 6:6-11)
Hay una
última consideración que se relaciona— el dinero. Si una congregación nos está
pagando (y aun si no), debemos darles nuestro mejor esfuerzo con la ayuda de
Dios.
La “lana”
La “lana”, o
sea el dinero, puede traer un sinnúmero de problemas en el ministerio. El robo
de ofrendas, el mal uso de fondos, los celos de ministerios o ministros con más
recursos financieros que los nuestros, y la confusión de motivos ministeriales
— el buscar el “cash” más que las conversiones— representan algunos de los
peligros.
¿Cuáles son
algunas de las señales de que hay o habrá problemas en esta área?
- Cuando
sólo el pastor y su esposa saben los ingresos y los gastos de la iglesia
- Cuando
el pastor sabe quién ofrenda y cuánto y así favorece los unos sobre los
otros
- Cuando
no hay controles sobre los gastos ni consejeros sabios para guiar
La Biblia sí
habla de que ciertos obreros merecen más salario que otros. Pablo escribe:
Los ancianos
que gobiernan bien sean considerados dignos de doble honor, principalmente los
que trabajan en la predicación y en la enseñanza.
Porque la
Escritura dice: “NO PONDRAS BOZAL AL BUEY CUANDO TRILLA, y: El obrero es
digno de su salario” (1 Timoteo 5:17-18).
Todo pastor
necesita alguien en el consistorio o grupo de ancianos, líderes, o diáconos que
esté al tanto de sus necesidades y que recomiende aumento de salario cuando o
se merezca, o sea necesario — y sea costeable. No cae bien, ni debe ser,
que el pastor mismo tenga que estar pidiendo ya sea aumento en su salario o aun
los recursos básicos para sus necesidades.
Por cierto
si el obrero no obra ¡hay un problema! (Aquí se aplica lo de la
‘cama’ arriba.) Pero, el pastor que pide dinero, ya sea que obre o no,
puede que reciba mala fama. Un pastor obtuvo mala reputación por, en esencia,
decirle a una iglesia que lo estaba considerando para empleo “si ustedes
quieren alguien de mi calidad y categoría ¡tendrán que pagarlo!” Esa
actitud no fue bien recibida.
Conclusión
Ningún
obrero cristiano disfruta de una garantía de que su ministerio termine bien —
ni siquiera el apóstol Pablo tenía eso. El apóstol escribió a los
corintios:
“¿No sabéis
que los que corren en el estadio, todos en verdad corren, pero sólo uno obtiene
el premio? Corred de tal modo que ganéis. Y todo el que compite en los juegos
se abstiene de todo. Ellos lo hacen para recibir una corona corruptible, pero
nosotros, una incorruptible.
“Por tanto,
yo de esta manera corro, no como sin tener meta; de esta manera peleo, no como
dando golpes al aire, sino que golpeo mi cuerpo y lo hago mi esclavo, no sea
que habiendo predicado a otros, yo mismo sea descalificado”. (1 Corintios 9:24-27)
No obstante,
al final de su vida y carrera ministerial leemos las siguientes palabras
alentadoras y de reto:
“Te encargo
solemnemente, en la presencia de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a los
vivos y a los muertos, por su manifestación y por su reino:
Predica la palabra; insiste a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende,
exhorta con mucha paciencia e instrucción.
Porque vendrá tiempo cuando no soportarán la sana doctrina, sino que teniendo
comezón de oídos, acumularán para sí maestros conforme a sus propios
deseos; y apartarán sus oídos de la verdad, y se volverán a mitos.
Pero tú, sé sobrio en todas las cosas, sufre penalidades, haz el trabajo de un
evangelista, cumple tu ministerio. Porque yo ya estoy para ser derramado
como una ofrenda de libación, y el tiempo de mi partida ha llegado.
He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe.
En el futuro me está reservada la corona de justicia que el Señor, el Juez
justo, me entregará en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que
aman su venida”.
(2 Timoteo 4:1-8)
¡Alerta!
Cuidado con la dama, la fama, la cama, y la “lana” y miremos hacia un futuro de
victoria en Cristo.
Los bendigo en el nombre de Jesucristo….
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