miércoles, 2 de julio de 2014

Diàconos y Ministros.



Diáconos=ministros
           Atendiendo a la cita de Hechos 6.1ss y sobre todo guiados por el subtítulo de la versión RVR1960, pareciera ser que los diáconos tienen dentro de la iglesia una función limitada exclusivamente a actividades manuales de servicio, ayuda, administración, etc. 

No es así, porque estando también ellos llenos del Espíritu Santo desde antes que se les asignara la función de servir las mesas, estos -que fueron escogidos por la congregación y no por los apóstoles- también hacían grandes prodigios y señales entre el pueblo (Hechos 6.8). Así que esa vez fueron escogidos para esa función de administrar y ayudar; pero su “diakonia” no se limitaba al servicio de las mesas.

           La palabra griega “διακονιας” significa “ministerio”. Por lo tanto, siempre que en español encontremos la palabra ministerio o cualquier otra con la misma raíz gramatical, entendamos que está hablando de algo relacionado con los ministros. Así encontramos que Judas Iscariote tenía  el διακονια de ser apóstol (Hechos 1.17 y 25), que hubo algunos encargados de la “διακονιας” (ministración) diaria, y acerca de su desempeño como diáconos (ministros) hubo una queja (Hechos 6.1). Por lo tanto, para que los apóstoles no tuvieran qué dedicarse al  διακονια de las mesas (Hechos 6.2), se buscó a siete varones que ejercieran ese diaconado, o sea ministerio, a fin de que los apóstoles persistieran en el  διακονια de la palabra.

       En Hechos 11.29, los hermanos determinaron enviar una διακονιαν, es decir ministración, una ayuda, una ofrenda, un servicio a los santos de Jerusalén. En 12.25 Bernabé y Saulo cumplieron su διακονιαν (ministerio) de haber entregado la ofrenda. En 19.22 los dos que le ayudaban, eran διακονουντων (ministros). En 20.24 Pablo expresa que quería terminar su ministerio (διακονιαν).

 En 21.19 Pablo contó las cosas que Dios había hecho por medio de su διακονιας. En Romanos 11.13 Pablo afirma que honra su διακονιαν. En 15.25 y 31 Pablo fue a Jerusalén para διακονον la ofrenda a los santos.


           Romanos 12.7 podría estar traducido al español así: O si de ministración (διακονιαν), en ministrar (διακονια), o si de maestro, enseñandoEn Romanos 13.4 el funcionario del gobierno es διακονος de Dios. Cristo Jesús es ministro (διακονον) de la circuncisión (15.8).

 El varón Estéfanas y su familia, se han dedicado a dar ministración (διακονιαν) a los santos, es decir siervos para la congregación (1ª. a Corintios 16.15). Los corintios son carta de Cristo ministrada (διακονηθεισα) por Pablo y Timoteo (2ª. a corintios 1.1). Pablo tenía el ministerio (διακονιαν)  de ser apóstol (2ª. a Corintios 4.1). En griego solo hay una palabra para “ministrar”  y “administrar” (8.19-20).

           Yo le había preguntado al Señor porqué el evangelio de Jesucristo menciona los requisitos que deben cumplir los diáconos –a quienes por tradición se les usa como ayudantes-; pero en ninguna parte hacía referencia a los requisitos de los “señores” ministros. Ahora esto queda ampliamente contestado al leer 1ª. a Timoteo 3.8-13, dándonos cuenta que la palabra “diáconos” aplica a obispos, ancianos, presbíteros, ministros; es decir a hombres y mujeres (v. 11) que hayan sido constituidos por Jesucristo con algún ministerio-diakonía (Efesios 4.11 y 1ª. a corintios 12.28). 

Otra prueba textual de la afirmación anterior es el caso en el que estando Pablo en Mileto, hace llamar a los ancianos de Éfeso, y cuando ya está hablando con ellos, los llama “obispos” (Hechos 20.17 y 28).
          Algunos ministros afirman que no puede haber diaconisas en la iglesia, ni siquiera para funciones manuales de servicio o administración (1ª. a Corintios 12.28 final), porque en la iglesia primitiva de Jerusalén solamente se nombraron varones como diáconos (Hechos 6.1ss).

 Ellos decidieron así, porque ni los 12 apóstoles, ni los demás apóstoles (1ª. a corintios 15.7), ni los otros ancianos (Hechos 15.6) habían recibido  la revelación de que con el evangelio de Jesucristo, los gentiles fueron hechos iguales a los judíos, y también las mujeres iguales a los varones (Gálatas 3.28). Pablo escribió acerca de esta revelación, aún después del primer concilio de Jerusalén (Hechos 15.1ss).


Saludos de corazón en el  Señor

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