miércoles, 20 de octubre de 2010

El secreto de la amistad

El secreto de la amistad

“Tres amigos de Job se enteraron de todo el mal que le había sobrevenido, y de común acuerdo salieron de sus respectivos lugares para ir juntos a expresarle a Job sus condolencias y consuelo. Ellos eran Elifaz de Temán, Bildad de Súah, y Zofar de Namat. Desde cierta distancia alcanzaron a verlo, y casi no lo pudieron reconocer. Se echaron a llorar a voz en cuello, rasgándose las vestiduras y arrojándose polvo y ceniza sobre la cabeza, y durante siete días y siete noches se sentaron en el suelo para hacerle compañía. Ninguno de ellos se atrevía a decirle nada, pues veían cuán grande era su sufrimiento” Job 2:11-13


Quién no conoce la historia de Job, un hombre dedicado a su familia y vecinos, a quien de pronto le sorprende una serie de calamidades que cambian su tranquilidad en sufrimiento, su riqueza en miseria, y su alegría en el más profundo sentimiento de orfandad y vacío. Todos conocemos que Job sufrió el más intenso dolor por causa de Satanás, quien ofreció demostrar que la integridad de este hombre solo era una máscara para esconder su naturaleza egoísta.

El libro de Job nos demuestra que los justos no siempre tienen las cosas a su favor, que la alegría a veces se ve empañada por el dolor, y que la angustia les roba la felicidad de cuando en cuando. El libro de Job también nos demuestra que hay un dolor más intenso que la pérdida material o el quebranto de la salud, un dolor que te empuja a la locura y te hace decir cosas de las que tendrás que arrepentirte después: Hoy quiero presentarte el dolor de no ser comprendido por tus amigos o por los que están cerca de ti, ¿lo has sentido alguna vez? Casi todos los personajes bíblicos pasaron por algo así: Abraham con su sobrino Lot, David con su jefe Saúl, el profeta Micaías con el profeta Sedequías, Pablo con sus discípulos de Corinto, Juan con Diótrefes y Jesús con su apóstol Pedro.

No ser comprendido es una sensación perturbadora, es como hablar en otro idioma y no poder hacer nada cuando los demás se encogen de hombros y continúan con sus tareas, o te ofrecen cualquier cosa porque no comprenden lo que estás pidiendo, ¿te ha pasado alguna vez? ¿Alguna vez, cuando estuviste conversando con tu pareja o con tu amigo, o con tu hermano, sucedió que hablabas y comprendían otra cosa, y hacían otra cosa? ¡Qué desesperación!

Casi todo el libro de Job está dedicado a poner en evidencia la incomprensión de sus amigos, y la desesperación que Job sentía en cada una de sus intervenciones. Elifaz, Bildad y Zofar, amigos en las horas de mayor felicidad, aparecen apenas Job cae en desgracia.

Lo visitan, se espantan con su dolor, lloran y gimen a voz en cuello, rasgan sus túnicas y se cubren de ceniza como señal de compasión; impresionados por la angustia deciden sentarse junto a él, hacer ayuno y permanecer en silencio esperando que algo suceda, que la pesadilla termine y una vez más, vuelvan a reunirse en torno a la parrilla para reír y mirar el futuro con esperanza. Lamentablemente, después de siete largos días, nada sucede. Entonces deciden hablar… y comienza el verdadero dolor.

En realidad, la trama del libro transcurre entre lo que cada amigo dice y lo que Job responde. Varias veces se repite el ciclo: uno de ellos intenta consolar a Job planteándole razones para su dolor, y este procura explicar que esas razones no son válidas.

El libro nos plantea un diálogo de sordos, donde cada intervención de los amigos aumenta el sufrimiento de Job hasta llevarlo a la desesperación: “A esto, Job respondió: ¿Hasta cuándo van a estar atormentándome y aplastándome con sus palabras? Una y otra vez me hacen reproches; descaradamente me atacan.

Aun si fuera verdad que me he desviado, mis errores son asunto mío. Si quieren darse importancia a costa mía, y valerse de mi humillación para atacarme, sepan que es Dios quien me ha hecho daño, quien me ha atrapado en su red” Job 19:1-6

1. Un amigo tiene el deber de consolar

“Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de toda consolación, quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que con el mismo consuelo que de Dios hemos recibido, también nosotros podamos consolar a todos los que sufren” 2 Corintios 1:3-4

¿Tienes amigos? ¿Qué haces por ellos? Muchos establecemos lazos de amistad demasiado superficiales, solo para conversar y pasar un buen momento; muchos tienen temor al compromiso, al deber de escuchar antes que hablar, y por eso mantienen un nivel de amistad que solo sirve para saludarse afectuosamente cuando se encuentran, ir al cine de vez en cuando, conversar de política, compartir chismes de otro conocido o hablar de proyectos que nunca se toman en serio.

Vuelvo a preguntar: ¿Tienes amigos? ¿Qué haces por ellos? La Biblia dice: “El hombre que tiene amigos debe mostrarse amigo; y amigo hay más unido que un hermano” Proverbios 18:24, sugiriéndonos que la amistad verdadera conlleva el deber de consolar a los que llamamos “amigos”.

Consolar, literalmente significa “estar cerca | estar junto”, como la primera semana en que Elifaz, Bildad y Zofar permanecieron en silencio, acompañando a su amigo y haciéndole sentir que estaban cerca, listos a brindar ayuda.

El verbo consolar siempre debe ir acompañado de la palabra cómo. Lamentablemente, muchos hemos adquirido el defecto de primero preguntar por qué, con lo que abrimos la puerta del juicio. He aquí un detalle: la amistad nunca empieza con crítica pero degenera en ella cuando olvidamos que nuestro deber es consolar. Eso fue lo que sucedió con los amigos de Job: empezaron bien, pero después comenzaron a preguntarse por qué sufría, elaboraron teorías y comenzaron a juzgarlo “Todos mis íntimos amigos me aborrecieron, y los que yo amaba se volvieron contra mí” Job 19:19 ¡Los amigos verdaderos nunca critican!

Consolar es un círculo espiritual: comienza en Dios, y debe llevar a los amigos hasta la presencia de Dios. El apóstol Pablo puso una condición para consolar a otras personas: haber recibido la consolación de Dios; parece una declaración repetitiva pero cómo ayudar a un amigo efectivamente sin la dirección de Dios. Para Pablo, consolar efectivamente consistía en que las personas se conectaran con Dios, solo así encontraban fortaleza y victoria.

En resumen, el deber de consolar consiste en estar cerca de nuestros amigos, no para averiguar por qué sufren o las pasa tal o cual cosa, sino para cumplir con tarea espiritual: conectarlos con Dios; solo así encontrarán alegría y victoria. En otras palabras, tenemos amigos para cumplir un propósito divino: presentarles a Dios, hablarles de Él, guiarlos a recibir a Jesús, ¿qué estás haciendo por tus amigos?

2. Comenzaron bien, terminaron mal

“El hombre que tiene amigos debe mostrarse amigo; y amigo hay más unido que un hermano” Proverbios 18:24

Volvamos a la historia: Los tres amigos dejaron todo para consolar a Job; comenzaron bien pero después cayeron pesados, ¿qué paso? ¿Cómo fue que deseando consolar terminaron molestando?

No supieron ser amigos porque actuaron con la cabeza, cuando debieron actuar con el corazón. Porque actuaron con la cabeza es que cayeron en la crítica; en vez de mostrarse amigos, se mostraron jueces y terminaron cubiertos de una aurea de superioridad, ¿cómo te relaciones con tus amigos, con la cabeza o con el corazón?

Comprendieron que su deber era consolar al caído, pero no estuvieron preparados para hacerlo. Estar preparado significa tener sanidad en el alma; muchos tienen dificultades para hacer amistad porque piensan que no hay gente para ellos, pero la verdad es otra: tienen heridas que han cubierto con una fuerte capa de racionalidad, de frialdad, de superioridad. No es que no puedan hacer amistad, es que no quieren porque no han curado el alma. Eso fue lo que sucedió con los amigos de Job: Ellos tenían cosas por arreglar en su interior, heridas que proyectaron hacia afuera y que les impidieron consolar y mostrarse fraternos.

Así que, fallamos a la hora de consolar a los demás porque pretendemos actuar con la cabeza y no con el corazón, y hacemos esto porque todavía tenemos heridas que curar en nuestro interior ¡Necesitas la consolación de Dios!

3. Características de la amistad cristiana

“Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades… porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre. Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios” Efesios 2:14-19

La amistad o el compañerismo cristiano se basa en: (1) Igualdad: todos somos semejantes en valor e imperfección; (2) Humildad: significa no solo que yo no soy superior a nadie, sino que Dios puede usar a cualquiera de mis hermanos para ministrarme, y por eso debe ser atento y amable con todos; (3) Orden: el apóstol Pablo enseñó que hay un orden que debe respetarse en la iglesia, que cada uno tiene su lugar para crecer coordinadamente; lamentablemente, como en tiempos de Pablo, también ahora hay algunos que van de un lugar a otro, llevando noticias, inquietando y confundiendo. A ellos, Dios les dice: “… si alguno quiere ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre, ni las iglesias de Dios” 1 Corintios 11:16

Pero la característica más importante de la amistad cristiana consiste en el privilegio de orar juntos “Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos” Mateo 18:19. Piénsalo: qué pasaría si tuvieras un compañero de oración, un amigo con el que pudieras pasar momentos en la presencia de Dios, uno con el que podrías compartir cargas y recibir bendiciones.

Tenemos amigos para jugar, charlar, reír

¡Deberíamos tener amigos para orar!

Te propongo que busques un compañero de oración, que te pongas de acuerdo con él y que comiences a orar por cosas específicas, ¿dónde encontrar uno? ¿Cómo tiene que ser: alto, rubio, inteligente?

Primero necesitas conocer al mejor amigo de todos: Jesucristo, hablar con él, entregarle tu vida, y entonces recibirás una nueva familia.

Bendiciones de Dios para tu vida siempre.

www.franciscojosemartinezg.blogspot.com

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