Los 7 pecados
capitales del Pastor.
Todos cometemos errores, pero existen algunos que son especialmente graves
para un pastor, dado que pueden afectar de forma importante a sus
probabilidades de éxito, y que por lo tanto es importante conocer.
Como si del descenso a los infiernos de Dante se tratara, vamos a intentar
encajarlos (de forma más o menos afortunada) en los 7 pecados capitales….
LUJURIA
•Dedicar meses a generar atractivos planes de negocio (los famosos planes
de negocios), imaginando quiénes serán sus ovejas , cómo reaccionaran, que
tamaño tiene la Iglesia.. En lugar de salir a la calle, hablar con ellos, y
preguntarles. Ojo, no digo que no sea importante tener un buen plan de negocio,
pero no es la base. La base es encontrar el modelo de negocio, conseguir ovejas
y evaluar.
•Obsesionarse buscando la idea perfecta, el planteamiento que a nadie se le
ha ocurrido… lo siento, pero esto es 10% inspiración y 90% transpiración. No
existe la idea perfecta… y aunque exista, la clave es la ejecución y no la
ideación. Debes obsesionarte con probar, ejecutar y volver a probar… y no con
planificar.
•Empezar sin tener unos objetivos ambiciosos, claros y cuantificados.
Aunque luego cambiarán, y no es necesario que sean “dar un pelotazo” (cosa que
ha hecho mucho daño a las principios de éste país), si que vale la pena tomarse
un tiempo en hacer ésta reflexión… todo lo demás es autoengaño.
PEREZA
•Aunque no es patrimonio exclusivo de los pastores, es muy habitual dedicar
esfuerzo y tiempo sólo a la parte que más nos gusta (programar, diseñar, o como
últimamente es muy habitual, los medios sociales). No generes esfuerzos si no tienes nada detrás…
•De la mano de lo anterior, la postergación, tu mente no para de sugerirte
otras cosas que podrías hacer primero, que seguro puedes acabar a tiempo…etc. y
que en la práctica son o más agradables (suelen ser las que te gustan/se te dan
bien) o tienes claro cómo hacerlas, y el grado de certeza es alto.
•Tomárselo “con calma”. En una iglesia recién creada, tienen que pasar cosas
“relevantes” TODAS las semanas… si no es así, es que vas muy lento.
•No querer vender el producto hasta que esté perfecto. Si no lo
vendes, no sabes cuales son sus defectos (no sólo en el propio producto, sino
en el mensaje, la forma, el interlocutor, el soporte…)
•No haber “hecho los deberes” antes de emprender. La
complacencia y la fe ciega en la idea llevan habitualmente al fracaso. Un
ejemplo claro es el Pastor que delega
sus primeras fuerzas en otros (fuerza comercial..etc).
Creo que es absolutamente imprescindible que el Pastor vaya, mire a los ojos a sus ovejas , hable
con ellos, escuche sus dudas y quejas y entienda sus problemas… de primera
mano.
GULA
•Enamorarse de la idea, y pretender ejecutarla tal cual, sin escuchar la
realidad. El 99% de las veces, de la idea original a la que se ejecuta no hay apenas
similitudes, por lo que hay que saber pivotear desde el producto al modelo de
Iglesia.
•Quejarse de que no hay suficientes ayudas del estado para montar su
Iglesia, que así no es posible emprender… seguro que sería genial que se
subvencionasen más cosas, pero creo que uno de los cánceres que nos han llevado
a ésta situación son las ofrendas (pero no son malas, pero aplicadas
indiscriminadamente rompen dinámicas competitivas y hacen sostenible lo
insostenible). Con que el estado no te ponga zancadillas, sobra.
•Creer que será fácil conseguir financiación, que el dinero durará y que
los gastos serán los esperados. Ahora mismo es muy difícil
conseguir crédito, sea de un banco o de un inversor privado… y no lo dudes, se
te acabará antes de lo esperado. Yo siempre recomiendo que dupliques los gastos
y dividas los ingresos para tener una expectativa real.
•Si consigue convencer a un inversor, o a alguna de las 3F (Friends, fools
& familiy), derrochar el dinero en comprar mobiliario nuevo, en poner
anuncios en prensa o en vallas publicitarias… justamente tras la primera ronda
es cuando se debe vivir en modalidad “emprendedor indigente” (exagero, claro),
ya que cada peso debe estirarse para que
dure lo máximo posible. Como dice Guy Kawasaki:
Crea como un
dios, manda como un rey… y trabaja como un esclavo
IRA
•Desanimarse, enfadarse y echarse atrás ante un fallo, problema o error. Emprender es
una escalera de pequeños fracasos de los que aprender, y sin duda sufrirás
muchísimos de ellos… así que prepárate mentalmente. La resiliencia (capacidad
continuada de sobreponerse a las adversidades y ser perseverante) debe ser una
de las principales cualidades de un Pastor.
•Frustrarse fácilmente por la falta de certeza que supone su
actividad, punto especialmente relevante para los pastores que vienen de
trabajar por cuenta ajena, típicamente un entorno mucho más ordenado.
En una inicio, lo único constante es que no sabes nada. Por ello, y de
forma similar al punto anterior, un emprendedor debe ser capaz de aceptar que
la incertidumbre es parte integrante de su actividad, y aprende a tratar el
caos como un compañero más de trabajo.
•Sin duda, la falta de foco y la indecisión son el problema más habitual
del emprendedor. Dada la tremenda cantidad de tareas diferentes que requiere montar una
empresa, es muy fácil perderse entre las no importantes. Por eso es
imprescindible preguntarse ante cada tarea: ¿es crítica para llevar el proyecto
a la calle?
ENVIDIA
•Intentar copiar lo que funcionó a otros (creo que ahora lo llaman
“benchmarking”). Es importante conocer a la competencia, tanto directa como indirecta,
pero sólo para entender sus negocios, puntos fuertes y puntos débiles. Si
intentas competir con sus reglas y ser mejor que ellos estás muerto.
No trates de ser mejor, esfuérzate en ser diferente.
•Fijar el modelo de Iglesia en la fase de planificación (donde
realmente no se tiene demasiada idea sobre si éste es el más adecuado para su
proyecto) y ejecutarlo tercamente sin esperar a recibir apoyo… es mucho mejor
dedicar la primera fase del proyecto a explorar en el mercado y con clientes
reales cuál es el mejor modelo de negocio, consistente y sostenible, que saca
más provecho de la proposición de valor de la empresa.
AVARICIA
•No compartir información sobre el proyecto con otros Pastores, amigos,
proveedores, parientes… con todo el
que quiera escucharte. De todos se aprende, lo importante es tener la mente
abierta para escuchar nuevos planteamientos, ideas, críticas..etc. (hay una
fina línea entre estar seguro de tu proyecto, digerir las críticas y ser un
suicida…)
•Ante un proyecto que da signos de no funcionar tras bastante tiempo,
convencerse que la culpa es del proyecto que todavía no lo ha sabido entender. En algunos
casos excepcionales es así, y aún en éste caso, si no hay mercado, no hay
dinero. Tan importante como hacer el plan de negocio al principio es el decidir
bajo que conjunto de condiciones habrá que montar el proyecto…y no engañarse
con la falta de rentabilidad. Lo que es normal y admisible en un momento, es
síntoma de que el proyecto debe desaparecer en otro.
•Intentan atesorar ovejas, de forma similar a un granero. El hermano debe querer estar con nosotros porque le
encanta nuestro sistema, porque se siente el rey… no porque es un infierno
cambiar de Iglesia (las famosas barreras
de entrada y barreras de salida)
•Considerar que, si les gusta a ellos, le tiene que gustar a muchos. Hay que hacer
un autentico ejercicio de empatía y sentir lo que necesita el futuro hermano, y que toda nuestra
experiencia de uso le dé respuesta.
SOBERBIA
•Falta de humildad… y no perderse ni un solo consejo (lo que supone
muchas veces 4-5 consejos semanales),
con el agravante de querer dar sesudos consejos a otros Pastores o lideres
“novatos”… Creo que no sólo es un error, sino es irresponsable. Eso se puede
hacer una vez que ya tienes varios casos de éxito a tu espaldas, y te puedas
permitir dar consejos basados en tu experiencia, si no es una peligrosa
arrogancia (no me malinterpretéis, creo que los consejos son buenos, necesarios y cumplen una función
importante… pero no es la de llenar el tiempo del Pastor).
El tiempo del Pastor se debe llenar de hablar de Jesucristo y con futuros miembros, pelear las batallas no
peleadas, negociar con los bancos, mejorar su producto… no asistiendo a “falsas
convenciones políticas”
•Obsesionarse con la perfección. Excepto en la “salsa secreta”
(mojo) de tu proyecto, es perfectamente aceptable coger la fruta más baja. Y
aún así en la proposición de valor clave, es mejor sacarlo pronto e ir
aprendiendo que sacarlo tarde… y estar muerto.
Si al sacar tu producto al mercado no estás absolutamente avergonzado, es
que lo has sacado demasiado tarde.
•Considerar que no hace falta ayuda, que se puede ir sólo. Todo Pastor
debe tener cierto conocimiento (sobre todo al principio) de muchas áreas muy
separadas (Teología, finanzas, tecnología, Predicación,…etc.), pero es
virtualmente imposible que alguien tenga todas esas capacidades al nivel de
profundidad que se requerirá más adelante.
Busca compañeros que te complementen
y con los que tengas empatía, un equipo que rema en la misma dirección es la
clave de una buena ejecución (lo que es muy diferente del buscar socios para
evitar el miedo de la soledad, una muy mala idea)
Los 16 malos
hábitos
En definitiva, los 16 malos
hábitos Pastorales a desterrar son:
1. Fracasar por
no estar presente.
Manifestaciones repetidas y
molestas de comportamiento que indican que preferimos estar en otro lugar, en
otro momento o con otra persona. Silva Gonçalves, psicóloga brasileña: “90-9 y
1”. 90% sintonizar el presente, 9% planificar el futuro y 1% revisar el pasado.
“No puede haber multitareas en la relación personal”.
2. Muletillas:
repetir frases y palabras sin sentido.
El uso excesivo de calificadores
verbales sin sentido e innecesarios. Un generador de apatía sutil pero mortal,
que distancia al cliente. Por ejemplo, el “pero”, que quiere decir “haga caso
omiso de la información previa”. Detén ese comportamiento que ofende.
3. Vender
después de lograr el negocio.
La necesidad irresistible de
verbalizar y ejecutar cada movimiento posible en el proceso de venta. Es
“añadir demasiado valor”. Después de que el cliente ha dicho que sí, el
vendedor sigue hablando.
4. Ser
selectivo al escuchar.
La ausencia de una escucha activa
en presencia del cliente. Es el mayor asesino de empatía: la incapacidad de
prestar atención. La escucha no es una habilidad natural, sino adquirida.
5. Establecer
contacto sin propósito.
Una comunicación repetida de
forma deliberada sin ninguna razón comercial válida (que no esa querer vender
algo). Hay que establecer de 4 a 6 contactos antes de que el cliente muestre
disposición de comprar. Establecer contacto sin propósito es un asesino de la
empatía. El propósito recompensa a nuestros clientes y nos premia a nosotr@s
mism@s.
6. Clasificar
según la apariencia.
La tendencia de juzgar la
motivación y los ingresos de los posibles clientes de forma superficial desde
una perspectiva distante. Como Pretty Woman (Julia Roberts) cuando va a
comprar a Rodeo Drive: “¡Tengo dinero, de verdad!”
7. Usar la
ansiedad como herramienta.
Es “las ventas se cierran el
sábado”. Con la ansiedad está el poder coercitivo. Es lo de “me queda el
último”. Una variante es tratar de vender cuando el comercial está enfadado.
8. Usted está
ahí – Yo estoy por encima.
La necesidad constante de superar
a nuestro interlocutor es un esfuerzo por mostrarle al mundo lo inteligentes
que somos. En el intento de impresionar a nuestros clientes con nuestra
experiencia, se pierde la venta.
9. Exceder la
confianza.
El uso de gestos íntimos
inadecuados. Saludos demasiados familiares, excesiva familiaridad… Hemos de ser
cautelos@s con la formalidad.
10. Ocultar la
pasión y la energía.
La tendencia a olvidar que las
personas deciden sobre la base de la emoción y más tarde justifican esa emoción
con la lógica. La pasión es deseo poderoso, entusiasmo ilimitado, ardor, creer
en lo que un@ representa. El 95% de nuestra motivación es inconsciente, y por
tanto emocional-
11. Explicar el
fracaso.
Comportarse bajo la creencia
equivocada de que ser capaz realmente de culpar a otros, mencionar los fallos o
hacerse el culpable es suficiente para satisfacer al cliente. No existen
excusas en las ventas, y hay una tendencia molesta a explicar mecánicamente por
qué se decepcionó al cliente.
12. Evitar
decir “lo siento”.
La incapacidad personal de pedir
disculpas o aceptar la responsabilidad por una equivocación o daño de la
organización o persona. Lo único que podemos controlar es lo que hacemos ahora
y lo que haremos la próxima vez.
13. Lanzar a
otro al agua.
Sacrificar a un colega, a menudo
anónimo, vulnerable y normalmente inocente, al culparlo por un fallo funcional
en la que tienes responsabilidad. Se trata de construir una relación personal
entre el/la comercial y su cliente.
14. Hacer
propaganda.
Exceso de confianza en los temas
y en la retórica de la organización. Una cosa es un mensaje deseado, comunicado
por la organización, y otra es la intrusión personal y el “insulto” de repetir
(literalmente, leer) unas líneas de instrucciones que el/la comercial no cree.
15.
Desperdiciar energía.
Tomar parte en discursos
autocompasivos y conversaciones para culpar a otros. Son actividades no solo
improductivas sino contraproducentes. Se disipa energía emocional y espacio
mental.
16.
Obsesionarse por las cifras.
Lograr beneficios, margen,
productividad está enfocado a expensas de ser promovid@. La obsesión por los
números puede dar lugar a dos errores: lo que nosotr@s queremos de la vida y lo
que otr@s quieren de nosotr@s. Las cifras deben estar en la planificación, no
en la obsesión en el trato (ansiedad). Por ejemplo, podemos atropellar a
nuestr@s compañer@s por detalles de poca importancia.
Bendiciones de
Dios si tu vida es guiada por el Dios todopoderoso.
www.franciscojosemartinezg.blogspot.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario